jueves, 29 de noviembre de 2012

Revolcaos en vuestros comentarios de apoyo, vuestras caritas sonrientes y vuestras felaciones mutuas. Me encanta que hayáis construido un grupo fuerte y unido pero, por favor, recordad que tenéis vidas propias. Podéis actuar sin tener que decírselo a los demás y buscar su aprobación. Antes de las tecnologías actuábamos sin pedir permiso, solo porque pensábamos que era lo correcto y lo hacíamos. La culpa no es del progreso sino de nuestra estupidez: cuantas más facilidades tenemos menos actuamos. En realidad, nos gusta el babero, protege de manchas nuestro corazón y nos ata siempre a alguien más guapo, más listo, más poderoso. Así, la mierda no cae sobre nosotros sino que la repartimos y la saboreamos entre todos. Pretendéis que nos revolquemos en vuestro estiércol y encima alabemos vuestro cabello sedoso y brillante. No vamos a seguir tus palabras como marionetas, tus fotos no sirven más que para demostrarte tu poder, que no eres una paria sin padre ni familia. Ya no somos niños solitarios, ya no somos negros recogiendo algodón. Vuestra ropa, vuestros ojos, vuestras manos ya no son nada para nosotros. Hace tiempo que perdisteis lo único que era realmente valioso: la unicidad.
 

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