miércoles, octubre 17, 2012

Baila, tose, llora, arráncate la camisa. Sé el centro de atención, has nacido para ello. Pero no el punto del foco que acaba quemando, que provoca las críticas de los demás, sino el VIP del palco de honor. Que los demás vigilen tus gestos para imitarlos. Una frase tuya arruinará una relación o construirá un auditorio, qué más da, al final siempre se trata de ti. Si me pudiera quedar, si pudiera hacerme un ovillo como un gato y simplemente ronronear, lo haría bien a gusto. Pero no puedo. Me gusta la segunda línea de fuego, siempre ahí pero siempre a salvo. Sin embargo, no soporto tus cambios, tus sonrisas y miradas de reproche, tus pasiones que duran una taza de té. Joder, cómo odio el té. Una bebida caliente, de mal sabor y peor olor, con un procedimiento extraño para poder extraer lo supuestamente valioso. Como tú. Tienes el poder de convertir la mierda en té y un violonchelo en una mierda. Y luego está la buena acción para compensar, para arrancar una sonrisa al público; sabes bien que esa es la emoción que perdurará mientras que olvidarán todo lo que hayas podido manipular. Tu buena obra compensa tu mala vida; una mala obra arruinaría la mía, si me preocupara lo más mínimo. Si me pudiera quedar, la noche se rendiría y la música vendría hasta tu portal, da igual lo que hayas perdido. Pero no me puedo quedar y tampoco quiero hacerlo.

martes, octubre 09, 2012

Fuera estalla la bomba H. Akira combate contra Deckard, Alien versus Depredador, todos contra todos. La aniquilación es el objetivo y el medio. No crecen flores porque ya no quedan manos para sujetarlas. Los columpios ardieron años atrás, cuando Alemania invadió los siete mares. Nuestras mentes no existen, son una ilusión creada para despreciar nuestros sentimientos y, por tanto, amarlos más. El mundo ha estallado ahí fuera pero esta casa es distinta. El sol carece de poder, el tiempo es nuestro. Y nuestras almas. Fuera implosionaron todos los pianos pero aquí queda una guitarra. Cuerdas trenzadas de verdad, naturaleza muerta por la redención del espíritu. Notas cayendo lentamente sobre el suelo salpicado de vivencias. Estudiar, trabajar, mendigar, triunfar, huir, crecer. Tiempo. Serifas, remates, florituras, puntillas. Caricias. Tenemos de todo. Ni las palabras ni los gestos hablan nunca de la realidad. No son sino una tecnología que reproduce un mundo artificial, imposible de transmitir el calor de la realidad subyacente. El espectáculo como división de la realidad y, a la vez, imposición de la nueva realidad. Pero no preguntes qué es real porque nosotros lo somos y no necesitamos más. La guitarra suena una vez más y siento su calor. Bebamos y toquemos, mintamos y ríamos. Fuera el mundo estalla, fuera el tiempo mata a su antecesor pero aquí brindamos por la destrucción, por el caos. Nunca un hiato fue tan bonito.

miércoles, octubre 03, 2012

Vendo casas de cartón a pirómanos desahuciados. Soy el humo que besan de madrugada los niños borrachos, con capucha o corbata. No hago ascos a nadie porque mi oficio es mentir. Modulo la voz hasta ser la línea del vúmetro, sin personalidad. Solo espero a que hables para conversar en tu misma escala. Mis manos nunca son libres, siempre mueven el hilo determinado. La ropa está cortada con la máxima precisión; una micra más de teatralidad y pierdo mi faz de niño abandonado. Miro a los ojos o a las tetas según me convenga. No tendría reparos en mirar un paquete, es el mismo artificio. No lloro porque no sé. Represento el sí a las ideas más absurdas, a los sueños inconfesables y a los odios enconados. Mis palabras son secundarias, nadie escucha más allá del susurro del mar que responde a sus promesas lanzadas al infinito. Al vacío. Porque yo soy eso, la nada, la oscuridad, el espejo negro que todos desprecian pero del que todos dependen. Vierto veneno en sus oídos cuando quieren desahogarse. Cerillas bajos los pies si necesitan calor humano. El puñal en la sombra que aspiras ser. Al final todo es eso, el alambre entre el deseo y la soledad. Y no soy yo quien decide a qué lado caer, sino quien mide cada paso y quema cada casa.

lunes, septiembre 24, 2012

La vela arde y sonreímos mientras se consume el cabo. La cera gotea y crea hermosas formas, puntos de luz en medio del suelo mugriento. Las patas del trípode se distribuyen el peso, la fuerza; el triángulo es la estructura más sólida. Gritar hasta rebosar los tres vértices. Canciones de pachanga repetidas hasta la saciedad. Canciones extranjeras de las que solo conoces el estribillo. Canciones trilladas que siempre coreas y nunca aprendes en la guitarra. Canciones que te hacen vibrar. Alcohol, mucho alcohol, siempre alcohol. Quememos etapas, velas y cuerdas vocales. Por primera vez en años, la vuelta a la rutina es la vuelta a la normalidad, al peso de la manta y el tacto de la alfombra. A palmadas, apretones cómplices y miradas, muchas miradas. Nada de esconderse y mirar al infinito cuando hablas.  Otros habrá que sean otros, pero nosotros somos la primera persona de nuestras vidas. Mañana vendrán las noticias, el gimnasio o la nada más absoluta. Pero eso será mañana. Hoy la vela todavía se consume y la cera te abraza, diciéndote que nada ha cambiado y nada cambiará. Porque la luz no se consume por el tiempo ni por el viento, sino por vivir.

domingo, septiembre 16, 2012

Correr o pasear. Triunfar o disfrutar de la derrota. No se trata de llegar primero ni de saber llegar, sino de tener una línea de meta. Siempre he crecido pensando que el segundo es el primero que pierde, que hay que llegar lejos y brillar. Quienes adoran la mediocridad son perdedores cobardes, que no asumen su condición. La sociedad moderna ha brindado tantas excusas para blindar el miedo que cualquier ciudadano puede doctorarse en retórica. Si no cumples con tu meta, eres un perdedor. Si no tienes meta, eres el doble de perdedor. Si aceptas todo lo que venga porque crees que será bueno, sea lo que sea, eres el mayor perdedor. Si eres un vencedor para la sociedad, cumpliendo con todos sus requisitos, estarás muerto por dentro. No tienes que vivir la vida de los demás, pero la tuya empieza donde termina la suya. Con una frontera borrosa, imposible decidir si quieres algo o si han conseguido que lo quieras. Desde siempre, elegir ha sido perder; quiero algo y lo contrario. Tratemos de no elegir y simplemente vivir. Pero la ironía, una vez más, siempre está ahí.

Tutor: Guy Debord.
 

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