Cuando nos pidieron que escribiéramos sobre José María lo primero que pensamos fue que era nuestra oportunidad de darle las gracias por todo lo que ha hecho por nosotros. Si hemos llegado a ser algo, y si nos hemos esforzado cada día por seguir adelante, fue gracias a él. José María era un profesor diferente, que nos enseñó algo más que datos y fechas, o lo que es lo mismo, sólo aprender. Nos enseñó a relacionarnos con el mundo, nos enseñó valores que podemos aplicar a nuestro día a día, nos enseñó incluso una profesión (agricultura), y sobretodo, que aprender es comprender.
Si hoy nos acordamos de José María, es porque hizo del estudio algo divertido. Todos íbamos a clase con ganas de aprender algo nuevo, porque cada clase era una aventura. El conocimiento no estaba sólo en los libros, sino que todo lo que nos rodeaba era fuente de sabiduría. José María hizo de cada materia un juego: jugando a componer palabras con letras sueltas aprendimos a no cometer faltas de ortografía; con cartas de las provincias españolas aprendimos geografía; con operaciones de cálculo mental aprendimos matemáticas; cantando una canción, aprendimos el orden de los planetas; gracias a una buena comprensión lectora, hemos aprendido algo más que leer, aprendimos a leer entre líneas; con una colleja bien dada, aprendimos educación y respeto en todo momento; y gracias al concurso de la letra más pequeña aprendimos a hacer chuletas. Pero recordamos, sobretodo, las “luchas” donde nos divertíamos compitiendo por contestar el primero.
Si hoy nos acordamos de José María, es porque desarrolló nuestra imaginación, nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos. Gracias a las miles de redacciones que nos mandaba, no sólo aprendíamos a redactar, sino también a crear, a imaginar mundos donde todo es posible, como vacas volando. Mundos donde volcábamos nuestras fantasías y expectativas. Gracias a las clases de plástica aprendimos a convertir un simple folio en blanco en un mural de muchos colores, trabajando juntos, algo que no podíamos hacer solos.
Si hoy nos acordamos de José María, es porque nos enseñó a trabajar en grupo, nos enseñó que juntos podemos llegar donde no podíamos llegar solos, quién iba a decir que seríamos capaces de fabricar una depuradora con simples piedras y algodones, quién iba a decir que haríamos un mural que todavía hoy decora nuestra escuela, quién iba a decir que juntos haríamos el belén más grande que se ha hecho en la escuela, hecho de simple plastilina, pero repleto de ilusión. La clase entera era un grupo, que si trabajaban juntos conseguían un “récord” que adornaba la clase. Pero el mayor ejemplo fue el huerto, mantenido prácticamente por él, en el que trabajábamos todos y en el que disfrutábamos todos.
Cada año los esfuerzos de José María se han visto recompensados con los generosos regalos de los padres y de sus queridos alumnos. Hasta ahora todos los regalos que ha recibido no han sido suficientes, y este artículo no recompensará tampoco todo lo que hizo por nosotros. Pero José María, si queremos decir todo lo que hemos vivido contigo, necesitaríamos reunirnos y volver a disfrutar todo lo que compartimos.
Gracias por todo lo que hemos vivido contigo y las alegrías que nos has dado durante los dos cursos, para nosotros eres como un segundo padre.
Tus ex-alumnos de la generación del 90
1 burradas:
Me he emocionado de verdad... Mi padre es profesor y el que un alumno le muestre su cariño me llena de orgullo y me emociona muchísimo. Es por esto que supongo, seré profesora de lengua y espero llevar esa emoción y cariño que transmite mi padre cada día y que imagino sigue transmitiendo José María. Porque los buenos profesores terminan cambiándonos la vida. Gracias Santi, preciosa la carta.
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