viernes, 10 de agosto de 2007

Ya no sé qué pensar. Aquello que amaba por encima de todo lo demás se ha transformado en algo odioso; el unicornio era en realidad un minotauro. Sin embargo, como Minos me resisto a acabar con él, y me conformo con relegarlo a una prisión situada en lo más hondo y oscuro del intrincado laberinto de mi corazón, pero siquiera allí calla. No necesito de ninguna Ariadna que me lleve hasta él, ya que día tras día sus bramidos encuentran la salida sin necesidad de hilos y sus improperios llegan hasta mis oídos; mi corazón se encoge con cada grito, pero no logro hacerlo callar. Sé que su pelo no es blanco, sino que el carbón mancha todo su cuerpo. Sé que nadie desea su cuerno, sino que gritan nada más identificar el ruido de sus pezuñas con el que hace la muerte al afilar su guadaña. Reconozco que no debería acercarme a él, y en cierto modo su solo recuerdo me repele. Aún así, mis sentimientos no están nada claros. He visto las sierras de su boca con serrín de corazones humanos, inclinando su pequeño pero bien aprovechado cuerpo hacia su víctima moribunda, balbuceando palabras sin sentido. Lo he descubierto embriagado de sangre, sin distinguir un corredor de otro, creyendo que delante suyo estaba otro Asterión al que le enseñaba la casa, aunque siquiera acertaba al vaticinar un aljibe o un cadáver. A pesar de todos sus males, de ese castigo demasiado severo de Dios, aún así sigo suspirando por la miel de sus ojos.

P.S: Para saber más:
-Definición muy básica de Minotauro en Wikipedia.
-Jorge Luis Borges: La casa de Asterión (principal inspiración)
-De todas formas, algún día desarrollaré la historia completa, porque no he encontrado una buena versión online.
 

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